¡Hola, Choco-lectores! Ya terminé los exámenes y como os prometí...
Quería volver con algo fresquito para el verano,
es broma así que os traigo un premio al que me nominó Leila, que es una escritora y os dejo su blog
aquí. En este caso es el Versatile award, es la primera vez que me nominan así que me hizo ilu :3
Yo celebrando la nominación
NORMAS
- Seguir y nombrar al blog que te nominó
- Contar siete cosas sobre ti
- Nominar a blogs con pocos seguidores (o no)
- Dejar en su blog un comentario de que los nominaste (yo aviso por twitter porque YOLO)
Sabéis de sobra que eso de hablar sobre mi misma seriamente no es lo mio así que os voy a contar cosas absurdas y vergonzosas que se salgan un poco de lo típico que todo el mundo cuenta. Además es importante reírse de uno mismo y si os hace gracia a vosotros mejor, que hace tiempo que no aparezco para achocolataros los lunes y transmitiros locura. ;)
1. Cuando era pequeña había un anuncio llamado "
pezqueñines no, gracias" y me marcó demasiado. No era capaz de comer ningún pez que fuera más pequeño que mi puño o que pudiera coger con una sola mano. Para mi eran pezqueñines. Y a día de hoy sigo sin ser capaz de comer boquerones, sardinas y demás peces de ese tamaño.
2. De chica se me metió una canción en la cabeza y casi siempre la estaba cantando, era la de "
No me llames Dolores, llámame Lola". Un día mis padres me oyeron cantando la única parte que me sabía, se rieron y me pidieron que no la volviera a cantar. Era la parte de
no me llames Dolores, llámame Lola. La que siempre va sola por Barcelona buscando follón. Pero yo creía que la canción decía otra cosa, yo creía que decía
buscando un pollón y me imaginaba que en Barcelona era difícil encontrar un asador de pollos en el que los vendieran grandes y por eso no entendía por qué no me dejaban cantarla, ahora sí.
3. Mi padre cuando era pequeño tenía el típico peinado tazón con flequillo recto que se llevaba en su época, yo de niña igual pero un poco más largo. Las señoras mayores cuando nos veían por la calle siempre me intentaban extirpar los mofletes (lo usual en ellas) y preguntaban con un tono que yo no entendía que si de verdad ese era mi padre, yo decía que sí. Un día estábamos los dos esperando en la puerta de una carnicería a mi madre que estaba comprando dentro. Como estaba llenísima la carnicería una mujer que llegó se quedo en la puerta esperando su turno. De repente me pregunta: "¿este es tu padre?" y yo no sé qué me dio, supongo que estaba harta de las señoras que siempre lo preguntaban porque contesté muy seco: "pues no lo sé ya". La mujer desvió la mirada y a mi padre le entró una risa nerviosa, me abrazó y dijo que dije eso porque me lo preguntaban mucho. Años después en el coche de mi abuelo vi una foto de mi padre en la guantera y creía que era mía, pero mi abuelo me dijo que no, que era mi padre. Éramos igualitos. Ese día se me abrió el mundo y entendí muchas cosas.
4. Mi madre me compró un pato como mascota llamado Lucas que vivía en mi patio (concretamente en la zona de la lavadora) yo no lo recuerdo bien pero sé que le daba mis potitos y las papillas o purés que no me gustaban. El pato se pasaba la vida vomitando por mi culpa. Al parecer mi madre se hartó y no sé si lo vendió o lo mató. A mi me dijeron que se fue a la feria. Cada vez que iba a una feria lo buscaba para ver si lo estaba pasando bien. Pero no lo volví a ver y por casa no apareció más. Hasta luego, Lucas...
5. Un día (en todas las historias era una niña) estábamos de cena familiar con mis primos y tíos de Madrid en un bar y mi padre se levantó a pedir. No sé qué me pasó, supongo que me puse celosa porque mi prima es muy cariñosa con mi tío, porque me levanté y fui a la barra a abrazar a mi padre por detrás. Pero no era mi padre, era un hombre que se dio la vuelta y me puso morritos. A mi aún me dura el trauma y mi familia se estuvo riendo hasta que volvieron a Madrid.
6. Hace muchísimo una amiga me contó que en los baños de la piscina una niña puso el cerrojo y luego no pudo abrir y murió allí. Yo sabía que era mentira pero aún así le cogí pánico a cerrar con cerrojo, e incluso a cerrar la puerta si no parece muy fiable el pomo, gané un poco de claustrofobia de la que todavía no he conseguido librarme. Cada vez que entro al baño de un bar dejo entreabierta la puerta y estoy al pendiente de sujetarla si alguien intenta entrar (porque odio ir al baño acompañada, tengo que ir sola siempre). El problema viene cuando el baño es muy grande y el wc está lejos de la puerta y no la puedo sujetar. Se han creado conversaciones muy graciosas y he visto a muchas mujeres gritar "perdón" y cerrar corriendo la puerta rojas como un tomate. Y claro, como a mi me da miedo la puerta cerrada me cortan el rollo y salgo pitando también. Les digo que no pasa nada, les sonrío y agradezco el no quedarme encerrada.
7. Creo que mis mocos adoro hablar de mocos son más verdes en mi pueblo que en la ciudad. En mi casa respiran un aire más puro.
Y después de esto voy a nominar solo a tres personas porque me da la gana. Tres bloggeros que mantienen una relación de poliamor preciosa y que deberíais seguir tanto en sus blogs como en Twitter:
¿Y vosotros, Choco-lectores? ¿Me compartís alguna historia vuestra? ;)